
Prensas de lagar
Fecha Martes, 20 julio a las 07:18:43 Tema Cultura
Las técnicas mecánicas aplicadas al sector alimentario aparecen también en los procesos de elaboración de vinos y sidras.
La bebida, en las épocas que nos ocupan, cumplía una función alimenticia más clara que a la que hoy nos inclinan los propios entenderes. Muchos documentos al hacer referencia a las hambres medievales hablan indistintamente de la falta de vino y de pan. El vino se debe incluir dentro de la dieta común de muchas sociedades de aquel entonces, sin que por ello dejasen de existir otros motivos que a buen seguro proporciona la bebida.
A fin de cuentas, si por parquedades se iban con prisa las gentes de este mundo, al menos cantando es probable que las despedidas fuesen menos sórdidas y desganadas.
 Prensa para grandes lagaradas
En los tipos de prensa que se utilizaron en Asturias para la elaboración de sidras, la característica fundamental aparece en la aplicación del husillo o tórculo. A través de ese órgano, el ingenio ejerce las presiones necesarias para exprimir los frutos. Su mecánica no dejaría de relacionarse con las conclusiones de los científicos griegos respecto al tornillo. Plinio describe un tipo de prensas a las que llama grecánicas, que estarían compuestas por "un árbol o husillo con el cual se levantaban arcas de piedra, de forma que con tales pesos podríanse exprimir las uvas", advirtiendo además que "el tal cual modo es muy loado".
En general en Asturias, las prensas aparecen bajo dos aspectos, y estos referidos al modo directo o indirecto de ejercer las presiones. En las prensas de presión directa, el huso la ejerce inmediatamente sobre el pie o pulpa dispuesta para exprimir. Las prensas de presión indirecta, ejercen esta desde puntos alejados del pie y a través de uno o varios órganos, A la vez, todos estos tipos de prensas ofrecen dos modalidades en virtud de la continuidad o discontinuidad de las presiones. Es decir, bien que la presión se ejerza únicamente por apretones discontinuos del huso, o bien que las presiones se desarrollen mediante un sistema de pesos en los que las fuerzas no disminuirían durante los procesos de prensado. Esquemáticamente:

Las prensas de presión directa serían las más adecuadas para satisfacer una economía familiar, dada su fabricación más simple y su capacidad de instalación en espacios reducidos. Sin embargo, estas prensas no permiten elaborar grandes lagaradas si no es a costa de pequeñas reiteraciones. Solo las prensas de presión indirecta aparecen como idóneas para producciones a gran escala, aunque su tamaño es susceptible de reduccción. Respecto a la forma contínua de ejercer la presión, la prensa de pesas ofrece los mejores resultados, ya que permite exprimir los mostos de manera más fluida y constante al no tener que recurrir a sucesivos y continuados apretones.
 Prensa de lagar familiar
Aunque al final se logran parecidos resultados con ambas modalidades -es decir, el prensado total-, las prensas de presiones continuas ofrecen mayor ventaja. Las sidras, además de fuertes presiones, requieren un prensado lento y continuo, sin sufrir presiones extentóreas que precipiten caudalosamente la salida del mosto. Entre otras particularidades, la lentitud del proceso permite un mejor aprovechamiento de los taninos que contienen las pieles del fruto y que operan como sustancias fundamentales en la conservación y clarificación de la sidra.
La carpintería respecto a la construcción de estos ingenios tendrá que atender con preferencia a dos aspectos: fabricar un huso muy resistente y poco maleable, y resolver la estructura sin componentes metálicos.
Las maderas del huso, además de ser capaces (por duras) de soportar fuertes presiones directas o indirectas, su fibra debe ofrecer la suficiente flexibilidad para superar las fuerzas de torsión a que le obligan los giros, la suficiente densidad para que no se produzcan desmoches en las aristas del tórculo, y la suficiente rigidez para resistir bien las múltiples sacudidas y desplazamientos que implica el ejercicio.
En prevención de estas sacudidas y con el fin de no fabricar tuercas excesivamente holgadas, la mejor solución consiste en desplazar la tuerca fuera de la viga mediante un órgano exterior o cimbriella, fabricado de forma que las holguras las reciba el huso no a través de la tuerca sino a través del especial anclaje, sobre la viga, de la referida cimbriella.
Es necesario que la madera del huso presente un escaso efecto de compresión y dilatación a la humedad y a los cambios del clima, ya que esto impediría los giros del huso dentro de la tuerca. La madera de nogal, de densidad casi inalterable, es de las más idóneas en la fabricación de husillos.
La clavazón se evitaría por dos motivos. En primer lugar, para que se obtenga una sidra bebible, en los lagares es necesario extremar la limpieza. En este momento las maderas van a recibir abundante agua (candente en el mejor de los casos) produciendo en sus estructuras una fuerte dilatación. Este efecto haría necesario un continuo ajuste de las maderas que no se podría realizar adecuadamente si las piezas del ingenio se hubiesen trabado mediante clavos o elementos rígidos. La solución pasaría por el empleo múltiple de cuñas.
Con el agua también se procuraba otro resultado: hinchar y oprimir las maderas entre sí a fin de evitar el desvío de los mostos a través de holguras.
Otro motivo, de índole diferente a los expresados, por el que se eludía el uso de clavazón radica en el efecto que produce el contacto de los mostos con las sales desprendidas por objetos metálicos, como el tanato de hierro que origina sidras defectuosas.
Fuente:
La web de Artesanía de Asturcón
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