Los clientes habituales conocen 
de primera mano los motivos por los que la sidra con denominación de origen no 
cala en el mercado. En sus explicaciones se resumen los obstáculos que el 
Consejo Regulador tendrá que salvar para poder conquistar el mercado asturiano. 
La teoría es sencilla. La buena fama debe empezar dentro. Si los turistas la 
prueban en Asturias, la recomendarán en casa. 
    Celso Morán, de Oviedo, cree 
que la marca no da una calidad uniforme al producto. "Probé dos o tres palos y 
no me gustaron. Prefiero la de siempre". Sin embargo, el caso de Morán no es el 
más común. La mayoría de los que la saborean reconocen que está buena. El 
problema es que muchos ni siquiera dan ese paso. Emilio Díaz, de Pola de Siero, 
dice que "pido la normal, está rica y no hay porqué hacer experimentos raros". 
Algo similar comenta el ovetense Gregorio Luis: "Hace muchos años que tomo Güelo 
y Torres y no tengo pensado cambiar. No tengo pensado ni probarla". 
Los clásicos tienen sus 
preferencias y no quieren cambiar. María Jesús Alvarez, de Cangas del Narcea es 
fiel a Fanjul y ni se fija si en las sidrerías tienen colocado el cartel de la 
denominación. El avilesino José Louzán se decanta por Trabanco y, aunque ha 
probado los nuevos productos, no le convencen y seguirá fiel a su marca. 
Algunos son incluso más 
críticos. Cosme Borbolla explica que en casa fabrican 2.000 litros de sidra al 
año y esa es la que más le gusto. Pero además a Cosme no le convence a etiqueta 
de calidad. "Creo que es más un tema económico que otra cosa", explica. 
En Langreo se muestran más 
abiertos al cambio. Tres vecinos del concejo, Rosa María Riera, Iván García y 
Vicente López la han pedido y de vez en cuando siguen tomándola, aunque creen 
que no hay mucha diferencia. 
Fuente de información: 
LaVozdeAsturias