Con la tradición
Fecha Martes, 12 abril a las 16:21:23
Tema Opinión


No es un acontecimiento nuevo. Quizás -no me acuerdo muy bien- haga más de diez años que me entretuve en él por vez primera. Fue en el hermoso pueblo llanisco de Porrúa, con cuyo nombre altisonante, por cierto, bautizaría un emigrante nostálgico a una famosa editorial mexicana hace ya muchos años.

En fin, quería decir que, desde principios de la década de los noventa, y creo que el de los porruanos fue el primero, proliferan por la geografía asturiana una suerte de peculiares eventos con los que, al parecer, alguien pretende que recobremos el pasado por ejercer una actividad que no se pasa.

Los así llamados mercados tradicionales (astures, medievales, de la Revolución Industrial, incluso cervantinos, ¿válgame Dios!), son cada vez más habituales en los pueblos y villas de Asturias. Y así, cada uno de ellos los inserta en el calendario de festejos patronales, gastronómicos o meramente comerciales, y les otorga un sesgo más o menos propio, a veces un pelín oportunista; aunque, qué quieren que les diga, en lo tocante al comercio tal parece que todo vale.

A mí me gustaba especialmente, no sé si, en realidad, por motivos ajenos a festejos y mercadeo, el que celebraban los vecinos de Blimea en el pueblín de Sienra, un barrio a la otra orilla del Nalón -muy cerca de Barredos, en tierras ya de Laviana-, y muy célebre en nuestra Cuenca, porque en él se ubicaba un chigre donde se comía muy bien y donde corría alegremente la sidra nueva al llegar la primavera, pues hacían una espicha pistonuda.

Ese mercadillo, creo, fue pionero en las Cuencas. Aunque no estoy al día sobre los festejos de Blimea, pues hace ya tiempo que no tengo el gusto de tropezarme con mi amigo Justo, el peluquero (siempre al pie del cañón para esas y otras cosas), espero que él y sus inquietos vecinos mantengan las ganas de siempre. La verdad es que de los muchos mercados tradicionales que visité, desde los lejanos tiempos de Porrúa, era éste el más fino, el más 'auténtico', porque, en él, tornábase lo ornamental en natural merced a la voluntad de aquellas buenas gentes.

Cierto que no es lo mismo su disfrute en un pueblo pequeño, donde la vuelta a las rancias costumbres, bien envejecidas como algunos vinos, queda mucho mejor aparejada; pero sí que tendrán, sin dudarlo un instante, su no sé qué de pintorescos y de entretenidos los que, como el de la semana pasada en Mieres, vayan a celebrarse esta temporada en algunos lugares de las Cuencas.

Escrito por FRANCISCO J. LAURIÑO

Fuente de información: ElComercioDigital







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