Cumplió como un campeón
Fecha Domingo, 10 abril a las 13:16:16
Tema Actualidad


Fernando Alonso, piloto de Renault y líder del Mundial de Fórmula 1, cumplió ayer con la amistad y no dudó en acudir en Candás a la boda de su amigo de toda la vida Alejandro Rodríguez Grandío con Irene Serrano.

El piloto ovetense causó un gran revuelo en Candás, pero menos del esperado si se tiene en cuenta su actual proyección internacional. Durante las últimas semanas se había especulado con su presencia. Fuentes próximas a la familia de Grandío habían asegurado que su amigo Alonso había mostrado alguna reticencia porque no quería restar protagonismo a los novios. Aun así, ayer se presentó en Candás.

La cita era a la una, pero un cuarto de hora antes el piloto llegó a la plaza de la iglesia parroquial de San Félix de Candás en un coche de gran cilindrada y entró discretamente en el templo, donde firmó algunos autógrafos y esperó el comienzo de la ceremonia. Sergio Suárez, un niño de Perlora, fue de los pocos que logró su objetivo cuando el piloto estampó su rúbrica en la gorra de Renault que llevaba.

Minutos después llegaba el novio, y más tarde, la novia. Los dos son grandes amigos de Alonso. Grandío sufrió con él los primeros años de competición en karts.

Poco a poco, la plaza de la iglesia de Candás se fue llenando de público. En cuanto se supo que el piloto estaba en la villa, los móviles comenzaron a funcionar y en pocos minutos unas doscientas personas esperaban la salida del piloto. La mayoría conocían ya a Alonso de sus veraneos en Candás, donde mantiene a un nutrido de amigos que le sirvieron de improvisados guardaespaldas para salir de la iglesia.

Pese a que la novia del piloto, la catalana Carolina Costa, también acudió a la boda, los dos se mantuvieron alejados, probablemente para evitar ser fotografiados por los objetivos indiscretos.

Carolina departió amigablemente con Lorena Alonso, la hermana del piloto, y con el resto de invitados. La catalana lucía un espectacular abrigo blanco bordado con motivos florales.

Minutos antes de finalizar la ceremonia, los fans del piloto, casi todos niños, se arremolinaron en la salida lateral del templo esperando una salida discreta. El padre de Alonso, José Luis, se asomó por el lateral para inspeccionar el terreno. Al ver que una veintena de chiquillos esperaban ansiosos el padre le dijo a uno de sus acompañantes: «que salga por la puerta principal, pero arrancarme el coche».

Los congregados eran ya multitud, pero eso no amedrentó a Alonso, que salió por la puerta grande de la iglesia de San Félix escoltado por sus amigos. En unos segundos, el piloto se subía de nuevo al asiento trasero del potente coche con el que había llegado a Candás. Su novia viajó en otro vehículo.

Mientras el resto de invitados se hacía fotos con los novios, Alonso estaba ya en un conocido restaurante de Luanco donde se celebró en convite. Si en Candás hubo un discreto dispositivo policial, con tan sólo tres agentes, en Luanco la cosa era distinta. La entrada al restaurante estaba prohibida. El aparcamiento estaba precintado y vigilado por la Guardia Civil y miembros de una empresa de seguridad privada que reclamaban la invitación de boda a los asistentes. Tan sólo un «paparazzo» y LA NUEVA ESPAÑA vieron llegar al piloto.

Fuente de información: lne







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