A pesar de que en muchos puntos
de la región el paso de la historia fue enterrando viejas costumbres de la
semana de Pasión, en los últimos años las cofradías y hermandades asturianas han
ido recuperando para sus respectivas procesiones algunas de estas tradiciones
que, en ocasiones, pierden su origen en el devenir de los siglos.
La propia capital, donde las
procesiones de Semana Santa estuvieron desaparecidas durante más de treinta
años, tiene su ejemplo más claro en la liberación del reo en la jornada del
Jueves Santo. Esta tradición, mantenida en su momento por la Hermandad de los ex
cautivos de San Juan, fue recuperada para Oviedo a finales de los años noventa
por la Cofradía de Jesús Cautivo. Tras recorrer varias calles de la ciudad y
llegar a la plaza de Porlier, los pasos de Jesús Cautivo y Nuestra Señora de la
Merced presencian frente al balcón del palacio del Camposagrado el rito del
indulto de un reo. La escenificación de esta gracia congrega cada año a miles de
fieles y curiosos.
En Cudillero, localidad donde
las procesiones de Semana Santa se viven con un especial fervor, también se
recuperó hace una década una de las tradiciones más antiguas de la región y cuyo
origen se remonta a la Edad Media. Se trata del desenclavo del Cristo
Crucificado, que se lleva a cabo el Viernes Santo en la iglesia parroquial de la
villa pixueta. El rescate de esta costumbre ancestral fue posible gracias al
trabajo de la Cofradía de Jesús Nazareno y San Pedro Apóstol.
En Villaviciosa, pese a la
propia lección de historia que suponen sus celebraciones, también se esfuerzan
por retomar algunos viejos ritos, desaparecidos por causas que los propios
cofrades desconocen. Este año la Cofradía de Jesús el Nazareno recuperará la
procesión del Silencio, que lleva sin celebrarse más de cuarenta años. Para esta
celebración religiosa, la cofradía ha pedido la colaboración del Ayuntamiento
maliayo, de modo que el alumbrado público vaya apagándose en las calles por
donde discurran los pasos.
Otras costumbres, más allá de
retomarse, logran sobrevivir al paso del tiempo. Ese es el caso, por ejemplo, de
la procesión de la Virgen del Rosario, en Candás. Según la tradición, la imagen
es llevada cada año por los descendientes varones de la familia que la portó
durante la primera procesión de Semana Santa celebrada en la villa.
Fuente de información:
ElComercioDigital