SIEMPRE que un edificio queda
vacío en esta ciudad ( Gijón ) se recurre a la misma coletilla: vamos a destinarlo a usos
culturales. Recuerden si no lo que le sucedió al infausto Teatro Arango. Después
de mil y una vicisitudes (venta de participaciones incluidas), la plataforma que
quería impedir que una multinacional se instalase allí acabó claudicando. Y es
que el político, en general, utiliza la cultura como forma de rellenar espacio,
como manera de dar contenido a lo que a veces ni siquiera lo merece. Y, así, lo
que tendría que basarse en conceptos mucho más altos, mucho más profundos diría
yo, acaba convirtiéndose en algo puramente formal con lo que justificar
simplemente un programa electoral o un presupuesto.
De ese abuso de la cultura, de
ese manoseo constante del 'nirvana cultural' han surgido por todos los pueblos y
villas de nuestro paraíso natural una pléyade de museos que, por sosos y
aburridos, corren el peligro de morir por inanición. En cualquiera de nuestras
ciudades se juntan museos municipales, autonómicos y, en algunos casos, hasta
estatales.
Bien, con toda esta oferta, en
la mayoría de los casos, las instalaciones acaban siendo una pura entelequia con
puertas. Sean de anclas, madreñas, vestidos o fósiles prehistóricos, nuestros
museos carecen en muchas ocasiones de contenidos reales que los hagan atractivos
para los visitantes. Y, si no, vean algunos ejemplos ilustrativos de nuestra
ciudad.
El Museo del Ferrocarril de
Asturias nació con unas ínfulas que para nada se han cumplido. Puede que, con un
entorno complementado renovado por un balneario y el acuario, tenga más éxito,
pero, lo cierto, lo indudable, es que lleva ofreciendo más o menos lo mismo
desde su inauguración. Como es lógico, sus piezas (máquinas o vagones) no son
fáciles de conseguir, pero, ¿alguien pensó que necesitará algún día más espacio
para poder renovarse? Ahora que se está diseñando todo el entorno, ¿por qué no
se prevé un espacio adicional de futuro para revitalizarlo?
Una segunda prueba la tienen
con el que se fundó 'ad hoc' para la obra de Juan Barjola. Creado en los años
ochenta, el Museo Barjola gravita allí por la zona del Muelle sin que, en
principio, parezca que esté muy vivo. Puede que, muy de vez en cuando, ofrezca
alguna que otra exposición y poca cosa más. Todo el contenido, por visto y
sabido, se hace más que tedioso, por lo que el supuesto uso cultural se marchita
como una flor sin agua. Habría que preguntarse, por lo tanto, si la colección
del pintor merece un edificio tan singular, pero en fin...
Para finalizar, podríamos meter
en este mismo saco al último miembro del 'club de los museos muertos': el de la
ciudadela de Capua. Concebido políticamente como apuesta de uno de los socios de
gobierno, la ciudadela Celestino Solar basa toda su exposición en las
condiciones de vida de los obreros en el siglo XX y, francamente, ya me dirán si
no queda corto, escaso y vacío de un contenido real que lo justifique, aunque,
como ya saben ustedes, muchas veces los caminos de la política son así de
inescrutables.
Como parece que se quiere
reabrir un nuevo debate sobre el edifico de la antigua Fábrica de Tabacos, bueno
sería preguntarse qué supuesto uso cultural se le quiere dar. ¿Un nuevo museo,
quizá? (no, por favor), ¿una biblioteca o archivo? (puede ser, pero, ¿no hay una
central, más alguna que otra municipal en distintos barrios?), ¿cómo centro de
actos o similar? (difícil: Xixón es la ciudad con los centros municipales de
barrio mejor dotados del planeta, por lo tanto, ¿qué podría aportar uno nuevo?).
Permítanme que se lo repita otra vez. Cultura: en tu nombre cuántas cosas vanas
se hacen.
Escrito por José Manuel
Balbuena
Fuente de información:
ElComercioDigital
