La SGAE en Asturias
Fecha Lunes, 05 abril a las 14:09:06
Tema Actualidad


La Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) afina el oído y aguza la vista. El objetivo, localizar a todos y cada uno de los «infractores» asturianos que escuchan música o ven imágenes protegidas por derechos de autor sin pagar las tasas correspondientes. Hasta tal punto llega el afán por localizar a quienes no cumplen con la legalidad que, en los últimos meses, la SGAE ha puesto en marcha en Asturias toda una red de «espías».

Estos agentes de la Sociedad son, en su mayor parte, autónomos subcontratados, según han confirmado fuentes jurídicas. Estos trabajadores se dedican a recorrer locales y establecimientos susceptibles de poder ser cazados «in fraganti» con música o recursos audiovisuales del repertorio de la SGAE sin pasar previamente por caja, léase farmacias, dentistas, gimnasios, peluquerías, autobuses o cafeterías y restaurantes. Las mismas fuentes aseguran que los subcontratados por la Sociedad General de Autores trabajan a comisión, es decir, cobran más cuantos más «ilegales» localicen. Y todo ello porque «en los últimos años la SGAE ha crecido mucho y dispone de cada vez más medios para poder vigilar en cada una de sus delegaciones», indican fuentes jurídicas.

Los tentáculos de la red llegan hasta lugares tan dispares como consultas médicas y hospitales, donde habitualmente se pone la radio para hacer más entretenida la espera de los pacientes, o gimnasios, donde actividades como el aerobic necesitan de una animación musical. La «amenización de carácter secundario e incidental en bares, cafeterías, tabernas, restaurantes y similares» puede costar desde 15,33 euros hasta 25,56 euros al mes a sus propietarios, según las dimensiones del negocio.

Los «espías» tienen también un objetivo importante en los autobuses, donde en los últimos tiempos los viajes ya no son lo que eran: los conductores, alertados por la patronal del sector, Fenebús, optan por la solución más radical, la de apagar la radio y dejar de poner esas películas previstas para entretener los trayectos largos. El pago en este caso asciende a 1.275 euros por autocar, en un pago único para toda la vida útil del vehículo.

La actividad de los agentes de la SGAE es tan intensa que los bufetes de abogados no dejan de recibir consultas y «quejas, muchas quejas», asegura el letrado Alejo García.

El abogado ovetense se encarga del caso de cinco restaurantes asturianos denunciados por la SGAE por la utilización de música de su repertorio en los bailes de bodas y banquetes, las primeras «víctimas» de la Sociedad de Autores. En la actualidad estos establecimientos tienen recurrida la denuncia. «La SGAE demanda y gana, la jurisprudencia les ampara», asegura García, quien no obstante considera que los contratos que establece la entidad son «claramente abusivos» y por ello se puede apelar a la aplicación de la ley de Contratación.

En todo caso, la mejor recomendación que pueden hacer los expertos en derecho a sus clientes es la de apagar todos los aparatos en caso de no disponer de demasiada holgura económica o si no se quiere dejar una fortuna al mes en música ambiental. Y es que no sólo la SGAE actúa para recaudar: en los últimos años han proliferado numerosas sociedades de artistas y productores, «y todos cobran por el mismo concepto, duplicado o triplicado». Un esfuerzo económico que muchos negocios no se pueden permitir, y que hará la vida más aburrida al común de los mortalesLa Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) afina el oído y aguza la vista. El objetivo, localizar a todos y cada uno de los «infractores» asturianos que escuchan música o ven imágenes protegidas por derechos de autor sin pagar las tasas correspondientes. Hasta tal punto llega el afán por localizar a quienes no cumplen con la legalidad que, en los últimos meses, la SGAE ha puesto en marcha en Asturias toda una red de «espías».

Estos agentes de la Sociedad son, en su mayor parte, autónomos subcontratados, según han confirmado fuentes jurídicas. Estos trabajadores se dedican a recorrer locales y establecimientos susceptibles de poder ser cazados «in fraganti» con música o recursos audiovisuales del repertorio de la SGAE sin pasar previamente por caja, léase farmacias, dentistas, gimnasios, peluquerías, autobuses o cafeterías y restaurantes. Las mismas fuentes aseguran que los subcontratados por la Sociedad General de Autores trabajan a comisión, es decir, cobran más cuantos más «ilegales» localicen. Y todo ello porque «en los últimos años la SGAE ha crecido mucho y dispone de cada vez más medios para poder vigilar en cada una de sus delegaciones», indican fuentes jurídicas.

Los tentáculos de la red llegan hasta lugares tan dispares como consultas médicas y hospitales, donde habitualmente se pone la radio para hacer más entretenida la espera de los pacientes, o gimnasios, donde actividades como el aerobic necesitan de una animación musical. La «amenización de carácter secundario e incidental en bares, cafeterías, tabernas, restaurantes y similares» puede costar desde 15,33 euros hasta 25,56 euros al mes a sus propietarios, según las dimensiones del negocio.

Los «espías» tienen también un objetivo importante en los autobuses, donde en los últimos tiempos los viajes ya no son lo que eran: los conductores, alertados por la patronal del sector, Fenebús, optan por la solución más radical, la de apagar la radio y dejar de poner esas películas previstas para entretener los trayectos largos. El pago en este caso asciende a 1.275 euros por autocar, en un pago único para toda la vida útil del vehículo.

La actividad de los agentes de la SGAE es tan intensa que los bufetes de abogados no dejan de recibir consultas y «quejas, muchas quejas», asegura el letrado Alejo García.

El abogado ovetense se encarga del caso de cinco restaurantes asturianos denunciados por la SGAE por la utilización de música de su repertorio en los bailes de bodas y banquetes, las primeras «víctimas» de la Sociedad de Autores. En la actualidad estos establecimientos tienen recurrida la denuncia. «La SGAE demanda y gana, la jurisprudencia les ampara», asegura García, quien no obstante considera que los contratos que establece la entidad son «claramente abusivos» y por ello se puede apelar a la aplicación de la ley de Contratación.

En todo caso, la mejor recomendación que pueden hacer los expertos en derecho a sus clientes es la de apagar todos los aparatos en caso de no disponer de demasiada holgura económica o si no se quiere dejar una fortuna al mes en música ambiental. Y es que no sólo la SGAE actúa para recaudar: en los últimos años han proliferado numerosas sociedades de artistas y productores, «y todos cobran por el mismo concepto, duplicado o triplicado». Un esfuerzo económico que muchos negocios no se pueden permitir, y que hará la vida más aburrida al común de los mortales.

Fuente de información lne.es







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