Tod@s con Oviedo para que sea Capital Europea de la Cultura 2016
Fecha Domingo, 28 marzo a las 18:19:06
Tema Asturias


El Ayuntamiento de Oviedo aprobó el 19 de marzo de 2010, con los votos de PP y PSOE, que la ciudad sea candidata en la convocatoria de Capital europea de la Cultura en 2016 representando a España.

Los únicos que desde el principio han creído sin reticencia alguna en lograr una Capital Europea de la Cultura han sido los asturianos. Esa candidatura convocó a los ciudadanos una única vez, el 3 de octubre del año pasado, en la llamada «Noche blanca». Era su puesta de largo, una madrugada de museos y galerías abiertos y muchos conciertos. La respuesta fue masiva. La sociedad regional, una vez más, camina muy por delante de sus representantes. Por desgracia, y en especial durante el último mes, sólo hemos visto en torno a la capitalidad vaivenes y encontronazos entre los promotores -el Principado, Oviedo, Gijón y Avilés- que resultan difíciles de comprender entre quienes navegan a bordo del mismo barco y anhelan finalizar la travesía en idéntico destino.

Las capitalidades culturales surgieron en 1985 a partir de una idea de la musa griega Melina Mercouri, cantante, actriz y ex ministra, para promover un mayor conocimiento entre los pueblos europeos. La distinción es una gran tarjeta de presentación, una estupenda campaña de promoción entre 300 millones de personas.

Las votaciones previas en internet señalaban a Asturias como favorita. Otras regiones asumen con naturalidad sus virtudes. Sólo aquí permanecen ocultas por discusiones de baja estofa. Hemos visto a representantes públicos sacarse los colores, blandir descalificaciones que a nadie interesan, hablar de «mentiras como campos de fútbol», «camisas negras» y otras lindezas superficiales, pero a ninguno exhibir con orgullo los numerosos méritos que la región atesora para relucir en Europa. No son merecimientos de tal o cual población, están arraigados en el alma máter de este terruño.

En medio centenar de cuevas nació hace cien mil años un legado único en el mundo: el arte rupestre asturiano, que tiene en Ribadesella y en Candamo dos de sus más excelsas manifestaciones. Gracias a dos mil huesos de una familia paleolítica que vivió en Piloña se van a reconstruir las características de los neandertales y su genoma. Los primeros hombres prehistóricos con rostro real serán asturianos. Astures del siglo VIII fundaron una monarquía -capaz de entroncar hasta hoy con los Borbones- que fue germen de España e intercambió embajadores con Carlomagno, uno de los primeros gestos de europeidad que puedan reseñarse. En Cangas de Onís, en Pravia y en Oviedo, primeras capitales, permanece su vestigio.

Esta tierra alumbró el Prerrománico, el mejor conjunto artístico de su época en Occidente, y con Alfonso II puso los cimientos del que aún hoy es el único itinerario cultural de verdadera dimensión europea, el camino jacobeo. Escribió Sánchez Albornoz: «Ignoro por qué se llamó Picos de Europa al grande y bellísimo conjunto de montañas en una de cuyas estribaciones venció Pelayo a los muslimes (...). ¿Se me perdonará que vincule ese nombre con la realidad de que junto a esos Picos los astures iniciaron nuestra gran misión de centinelas de Europa?». Covadonga es santuario de espiritualidad y también símbolo histórico de trascendencia, igual que la Catedral ovetense, donde se conserva una de las reliquias más relevantes de la Cristiandad, el Santo Sudario.

La huella romana está en Gijón, balconada a ese océano por el que importamos ideales y exportamos prohombres. Uno de ellos, Pedro Menéndez, fundó la primera ciudad de EE UU, San Agustín de la Florida, y ligó para siempre su tierra, Avilés, a la historia americana. De pasados esplendores conserva la villa avilesina uno de los mejores cascos antiguos de Asturias y el sobrenombre de la «Atenas del Norte».

De Clarín a Jovellanos, de la arquitectura de Calatrava a la Laboral, de Palacio Valdés al Museo Niemeyer, Asturias atesora argumentos convincentes para conquistar los laureles europeos. Ninguno brilló en el debate de la capitalidad. La marrullería triunfó sobre la grandeza. ¿Desperdiciaremos otra oportunidad excepcional igual que ya dejamos transcurrir sin pena ni gloria el año 2008 de las cruces de la Victoria y de los Ángeles?

Oviedo, después de varios amagos, lidera ahora mismo en solitario la iniciativa, que acaba de relanzar esta misma semana. Pero la capitalidad cultural concierne a todos. Necesita el impulso de todos. No puede ser patrimonio de una sola ciudad, aunque por exigencias de la convocatoria una sola ciudad tenga que encabezarla. Y será beneficiosa para la comunidad entera. A poco que los gobernantes levanten la mirada lo comprenderán; los ciudadanos ya lo tienen asumido.

A los asturianos les queda pendiente una reconquista interior, la de valorar lo propio, la de apreciar lo que constituye motivo de orgullo y autoestima. Usar lo que debe unirnos como pretexto para perjudicarnos es aberrante. Por los prejuicios de unos y los recelos de otros, el proyecto de capitalidad nació viciado. No es momento de echar en cara quién erró más, sino de aprender de las equivocaciones. Que en esta circunstancia lo que mal empezó acabe peor sería la constatación de la pésima cintura y la escasa generosidad de nuestros políticos frente a una Asturias abrumadoramente cabal.

El escepticismo, la pugna estéril, el partidismo, la falta de ideas y el localismo han lastrado demasiadas veces el potencial asturiano. Es hora de enterrar viejas miserias y dejar que lo mejor de Asturias salga adelante. Ganaremos todos.

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