SANTO ADRIANO/PROAZA/TEVERGA/QUIRÓS
La Senda del Oso es una ruta cicloturista que, después de apenas 5 años de
existencia, se ha convertido en uno de los principales reclamos turísticos del
Principado. Su trazado aprovecha la caja del antiguo ferrocarril minero que
abastecía a la industria instalada en Trubia con el carbón extraído en las minas
de Quirós. Los aproximadamente 22 km de Senda acondicionados hasta este momento
discurren por las márgenes el río Trubia entre Tuñón, en el concejo de Santo
Adriano, y La Plaza, capital de Teverga. Actualmente, se está trabajando en una
ramificación de la Senda que se adentrará en el concejo de Quirós y existe el
proyecto de prolongar la ruta hasta Oviedo.
Los atractivos naturales y artístico-culturales de la Senda del Oso son
numerosos. A lo largo de su trazado actual encontramos, en primer lugar, la
iglesia prerrománica de Santo Adriano en Tuñón, uno de los edificios más
austeros de cuantos se construyeron por orden de la monarquía asturiana durante
los primeros años de la Reconquista y que data del siglo IX. En Proaza destacan
sobremanera la Torre del Campo, una estructura defensiva medieval (siglo XV) de
planta circular y más de 14 m de altura, y la Casa-Fuerte de Prada,
construida para vigilar el camino real que discurría por el valle en aquel
entonces. También llama la atención la Casa de los González-Tuñón, una casona
señorial típica de la segunda mitad del siglo XVIII que está incluida en una
finca cerrada por altos muros de piedra. Poco después de pasar Proaza, la Senda
atraviesa el impresionante desfiladero de Peñas Juntas gracias a cortos túneles
horadados en la blanca caliza. Las empinadas laderas que caen sobre el río están
cubiertas de encinares que a veces consiguen crecer en lugares inverosímiles. En
el tramo final, se pasa por distintos pueblos que se apiñan en las proximidades
de La Plaza, donde se celebran varias ferias de ganado que constituyen
auténticos acontecimientos en la comarca. Hay que señalar el monumental Palacio
de los Condes de Agüera, en Entrago, y el de Valdecarnaza, en San Martín, ambos
del siglo XVIII. No obstante, el edificio más interesante en el punto final de
la ruta es la Iglesia de San Pedro, del siglo XI y de estilo románico aunque con
marcada influencia prerrománica.
En cualquier caso, hemos dejado para el final el que, sin duda, constituye el
mayor atractivo de la Senda: el cercado de Paca y Tola, dos osas requisadas a
los furtivos que habían dado muerte a su madre en Cangas del Narcea en 1989.
Tras los intentos fallidos por lograr su adopción por otra osa salvaje, tuvieron
que ser mantenidas en cautividad en varios centros de fuera de Asturias hasta
que se les construyó el cercado de la Senda, frente a Proaza. Este recinto ocupa
unas 5 Ha de una empinada y agreste ladera en la que crecen encinas y
avellanos que les sirven de refugio. Por eso no siempre podremos contemplar a
las osas a menos que acudamos al cercado a mediodía, cuando el guarda procede a
darles su ración diaria de comida. A menudo un pequeño grupo de espectadores se
reúne frente a la puerta del vallado en ese momento y no consiguen reprimir un
murmullo de emoción cuando, al fin, alguien descubre a las osas entre el
matorral mientras van descendiendo desde sus respectivos dominios.
Hay que tener presente que, en condiciones normales, las osas hibernan
durante varios días o semanas en el invierno. Por ello la probabilidad de verlas
entre enero y febrero se reduce considerablemente.
Paralelamente, en Proaza se ha abierto la Casa del Oso que es la sede de la
Fundación Oso de Asturias, una organización que realiza una importante labor
educativa dirigida, sobre todo, a los escolares de la región. Allí podemos
contemplar una exposición permanente sobre el oso pardo (que incluye el
esqueleto completo de un ejemplar). Además, dispone de una sala de
audiovisuales, otra reservada e exhibiciones de obras relacionadas con el medio
ambiente y una tienda llena de recuerdos.
En cualquier caso, nosotros recomendamos especialmente el breve recorrido
entre Proaza y el cercado de las osas, un paseo ideal para escapar de la vida
ajetreada de la ciudad y disfrutar del delicioso ambiente apacible de este
valle, situado muy cerca, en distancia y tiempo, del centro de la región.
Tanto desde el pueblo como desde un pequeño aparcamiento situado antes del
mismo, podemos acceder a la Senda y acercarnos hasta la morada de Paca y Tola.
En este trayecto la Senda discurre entre verdes campos que despiden suaves
aromas, siempre con el rumor del río de fondo, amortiguado por la arboleda de la
ribera. En lo alto de los arbustos cantan confiados los petirrojos, cientos de
insectos revolotean entre las flores o corren por el suelo polvoriento del
camino y, con un poco de suerte, podremos observar los destellos blanquinegros
del elegante vuelo de la abubilla. Pocos recorridos nos dejarán mejor sabor que
este paseo al atardecer de un día primaveral cualquiera, olvidando el ruido y el
estrés de la ciudad.
Si dispone de más tiempo, todo el recorrido de la Senda es recomendable y
está perfectamente señalizado. Además, varias empresas nos ofrecen la
posibilidad de alquilar caballos o bicicletas de montaña, en los restaurantes y
bares de la zona se come muy bien y en abundancia y en muchas localidades se
celebran alegres romerías durante el verano. Igualmente, todo aquel interesado
en la arquitectura tradicional no puede dejar de visitar los pequeños pueblos
repartidos por las laderas del valle, sobre todo Bandujo, cerca de Proaza, donde
existe una torre medieval muy bien conservada.
PROAZA-CERCADO DE LAS OSAS-PROAZA
3 KM
Transporte recomendado: a pie, en bicicleta, a
caballo.
Mejores épocas de visita: primavera, verano, otoño.
Dificultad de la ruta: escasa.
Fuente de información:
Luis Frechilla
García